octubre 04, 2009

Y de despedida... Welcome to Las Vegas






Y como no podía ser de otra forma, terminamos nuestro viaje en Las Vegas, Sin City, donde las normas se tergiversan, los agentes de la ley hacen la vista gorda y la oferta lúdica se eleva a la enésima potencia...

El desierto de Mohave se sitúa de camino entre LA y Las Vegas. Silencioso, deshabitado, encontramos que la soledad tenía formas de árboles Yoshua. Vimos un correcaminos (mic mic!! qué pequeños son!), una tortuga del desierto y una tormenta de verano. Tras parar en el punto de información de Mohave, dimos gracias por no encontrarnos con más bichos autóctonos. Desde alacranes, pasando por escorpiones, hasta serpientes de cascabel, cobras, coyotes (buscando Correcaminos)... incluso por allí habita el monstruo de Gila!!

Nunca había oído tronar una tormenta en la inmensidad del desierto. Los relámpagos se propagaban y vociferaban como si tuvieran amplificadores.

Y tras la recarga energética de la naturaleza salvaje, descarga de la misma en la salvaje locura de Las Vegas. Casinos inmensos en hoteles gigantescos regentan la ciudad, donde los centros comerciales son los reyes.

Uno puede respirar los cientos de millones de dólares invertidos en la ciudad del neón, mientras cohabita con seres de todas las partes del país (y del planeta), ávidos de deseo por encontrar un trocito de algo perdido.

Nos gustaron Las Vegas, sobre todo, el precio de las noches de hotel ($25 dolores los dos en una king size no está nada mal!), sus máquinas tragaperras, fieles a las películas de toda la vida, sus mesas de póker " las apuestas comienzan en $4.000", la decoración de todos y cada uno de los casinos...

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